BIENVENID@S

El hombre es un peregrino que ha emprendido un largo viaje: partió desde la piedra, siguió adelante hacia el vegetal y el animal y ha llegado ahora hasta la etapa humana. Tiene aún largo camino por recorrer para alcanzar lo divino, de modo que no debe detenerse.
Cada momento es precioso; cada paso debe llevarlo adelante y acercarlo a su meta.

lunes, 10 de enero de 2011

La Pesadilla de Manuel



De pronto se despertó asustado y su rostro reflejaba miedo;  jadeante como perro de juida, experimentó  una terrible pesadilla.

Se encontró en un hermoso  castillo, de esos de la Edad Media, con sus paredes de piedras y sólidas  habitaciones imperiales iluminadas con candelabros míticos que desparraman la cera como lágrimas de tanta represión cristiana y del reinado. En sus ambientes tan fríos, se apreciaban anchas y suaves camas, típicas de reyes y herederos.

Durante su recorrido se apreciaban amplios salones y jardines colgantes, custodiados por guardias de metal. El ambiente retumbaba de una inmensa orquesta de pajarillos de mil colores. Muchos sirvientes con hermosos trajes que se desplazaban por aquel lugar llevando tremendas viandas de manjares y suculentas comidas,  le reverenciaban a su paso. Los pasadizos en medio de los jardines de flores extrañas y hermosas, también estaban construidos de piedras  y a sus costados hermosas esculturas de grandes personajes griegos y romanos. Al virar hacia la derecha, se topó con un salón muy especial. Un señor y una señora vestidos de manera abultada, se hallaban sentados frente a frente en una larga mesa de madera finamente terminada, donde parecían inalcanzables el uno con el otro, devorando grandes pedazos de  carnero asado y deliciosos manjares, mientras salpicaban el aire de saliva de tanto griterío.  Unos muchachos: un varón y una hembra, forrados de grasa, glotones y groseros, se hartaban como fieras, las apetecidas viandas que yacían asustadas sobre bandejas de oro y plata, a un costado de aquellos señores que con su bla, bla, alborotaban y contaminaban el ambiente.

 El vino era abundante y exquisito, chorreaba escapando de aquellas mandíbulas de animales grotescos. La bulla de diálogos gritones, resonaba la acústica de aquel espacio sagrado, de tal modo que se hacían insoportables rechinando en sus oídos infantiles. Asustado se había arrinconado en aquel retumbante salón, atrincherado con sus manitas temblorosas, trataba de disminuir los sonidos apretando fuertemente y cerrando sus  ojos. En sus delirios depresivos, y pesadilla interminable murmuraba:

-“Esas grandes comidas, manjares, flores, animales, los trajes, las fiestas, la guardia,  ¿De dónde tanta riqueza?...Dios mío, ¡Socórreme! ¡No lo soporto! Crujió su grito al cielo y un trueno chispeante le hizo pedazos la pesadilla. En un abrir y desorbitados ojos, se había incorporado de su dura cama. Tocó su cara con sus sucias manos y tembloroso buscó la realidad de su sueño y se dio cuenta de que todo había pasado. Dándose un buen estirón,  acomodó sus viejos cartones y su almohada imaginaria (un duro suelo) se pegó a su piojosa cabeza para volver a dar paso a un nuevo sueño…así, sucio, hediondo y tiritando de frío, se fue quedando dormido sobre aquel espacio tan duro; la mañana abrió sus brazos para arrullarlo con un canto de cuna de la maravillosa orquesta natural de la aurora, acompañada del bullicio maquinal…y


Una muchedumbre hacia presencia en esos momentos, por aquel atrio de los lamentos:

-¡Tenemos hambre! ¡Queremos paz! ¡No más injusticia! ¡si a la igualdad!

¡Justicia, justicia, justicia!...

sábado, 8 de enero de 2011

EMISARIOS DE LA MUERTE

-Shhhhhhhh... Shhhhhhh...
Sus calles, ríos de lamentos con piedras que escupen tormentos, por la brisa fogosas de frìa sangre que somatan en sus rostros arrugados y polvorientos. El silencio es tan ruidoso, tenebroso y macabro que aquellos senderos de la colonia, parecen el averno.
Las noticias como palomas mensajeras que madrugan no mas canta el gallo chingòn que  tortura con el insonmio el sueño  de los vecinos que se espantò con la muerte y que a primeras horas comentan:
-¿Oyeron anoche, muchà? ¡Que se murió no se quien,! ¡que se lo llevaron, que lo mataron, que lo asaltaron, que la violaron, que le robaron, que le pegaron, que lo jodieron, que lo arrastraron, que lo colgaron, que lo…! Shhhhh....¡Imagínese, usted! Tanta chingadera nocturna.
-¡Ay, mis hiiiiiijos!,
-¡Va, solo eso faltaba! ¡La Llorona, usted! Brincos y brincos del mentado Cadejo y las  melodías enamoradas del Sombrerón pusieron los pelos de punta a todo el vecindario. Dizque era grande, que era chiquito, que era como mono, o como cochito, parecía trompudo, o tal vez cornudo, ¡Va, quien sabe!.
Como dicen por allí: “el pecado que florece desde la infancia, las ratas apestan a muerte, las zorras y comadrejas no dejaban sus malas costumbres y  son asechados por los hambrientos coyotes como feroces emisarios de la muerte, rondean aquellos caminos.

Vehículos polarizados en altas horas nocturnas estremecen a todo el vecindario, son los hijos del diablo, y de la muerte,  los emisarios.
-¡Ay no, usted! Mataron a fulano, también a mengano, y  que también a don Mariano, se llevaron al niño, y al otro también Y ¡al viejito!, ¡por dormido, usted!. No hay sosiego, parecen gatos ariscos y avispados a cualquier ruido o movimiento. No comen, no duermen, no rien, mas gritan de nervios, o saber que...

-Y ¿los cristianos, pues?
-¿Cuáles? ¡No hay, usted! ¡El tal Cristo, se fue!, nadie lo tragaba y nadie le daba.

-¡Ahh!
La luna tiembla cuando llega su día, los perros aúllan, y los gatos mueren  en tristes agonías; los tejados rechinan del miedo de la noche, mientras la brisa se vuelve tan silenciosa y terrorífica, llevando olores que apestan a muerte.
-¡Miren! Allá va doña Fide, lleva en sus manos un par de candelas benditas y un rosario en el pescuezo; y don Laureano todavía alcanzó llevar sus rajas de ocote y un poco de agua bendita, por si las moscas, pues en su casa le cortaron la luz por no pagar el impuesto. 
-¡Bueno!, y no dicen ¿que fueron las maras, pues?
-¡Por eso, doña Pancha, no le digo pues!
-¡La pobreza, usted! ¿o nó?
-¡Vaah! ¡No digo, pues! Usted no entiende ¡El chantaje! ¡El Chantaje!¡Eso fue!, ¡jú!
-y, ¿La autoridá, pues?
-¿Esa?, qué va!, parecen zopilotes, viendo que mierda cachan. ¡No mira, usted pues! Se pelean por los huesos y migajas que los emisarios les dejan,¡los verdes, pues!
-¡Miguelito, Miguelito!, ¡apuráte, patojo de mierda!, ¡no ves que se está haciendo de noche!
-¿Y, los zopes? ¿Aquí duermen, usted?
-¡Apiádate de mí, papachús, y también María! Pues no sabemos, si habrá, pa’ nosotros, un nuevo día.
Por la mañana, el niño contento se va para la escuela, pero antes le da a su abuela un papel que halló pegado en la mesa que decía:
Perdone mamá que no me despedì, me agarró la tarde, me fui al trabajo; pero no se preocupe,  salí acompañado de Dios, si no regreso, es que me fui con él. Los quiero mucho, hay le encargo, a mi patojo y... mi santa muerte.
-¡ijuela…!