BIENVENID@S

El hombre es un peregrino que ha emprendido un largo viaje: partió desde la piedra, siguió adelante hacia el vegetal y el animal y ha llegado ahora hasta la etapa humana. Tiene aún largo camino por recorrer para alcanzar lo divino, de modo que no debe detenerse.
Cada momento es precioso; cada paso debe llevarlo adelante y acercarlo a su meta.

lunes, 12 de abril de 2010

Pesadilla Callejera




PESADILLA CALLEJERA, DOS…
-¡Papi, mirá!, ¡otra vez!...No es posible
-Así es mi’jo, ¡qué vamos hacer, pues! ¡Olvídalo!, mejor, sigue caminando, disfruta tu momento.
Y Manuel, en su aprendizaje diario, siempre está atento a cuanto le rodea, por ello, de alguna manera me dedico mejor a contarle historias que de algún modo las escudriña para luego extraer lo que le convenga. Por ello, nuevamente tengo que narrarle  la siguiente:
-“Esta es la historia de nunca acabar,  de un niño callejero, pordiosero, limosnero: pelo graso con moco de mugre, cholero,  con barriga de bombo y crujir de lombrices, con mocos tiesos, tapizado de mundicia, de bracitos esqueléticos y crueles cicatrices. Sus pies: expedidor de fragancia acumulada, comprada de las asquerosas calles; con sus ojos de desvelos nocturnos, como turista gringo mariguanado, sonámbulo, divaga por las céntricas calles de su pueblo, cargando bajo sus bracitos pálidos, un pucho de sus viejos cartones. En un delirio de alucinante fastidia imparable _ tortura de hambre_  se transportó a una rara vida, como un simple cambio de luces vehiculares: Le sonrió el amor, y su andar se volvió dinámico. Los que antes le despreciaron, le humillaron, le excluyeron _ahora_ se convertían en samaritanos _seguidores de Cristo_, esperanzados en ocupar cargos en el reino de la paz, mas que, por compromisos, que por bondad. La comida, ropa, alimento, alojamiento, sonrisas, abrazos, ternura, besos, caricias, arrullos, canciones, juegos, humores, convivencia, respeto, admiración y muchas cosas más, _utopía_ , se fueron cobijando en su mente, y le abrazaban vivamente, haciendo olvidar aquella tortura social que vivía, su rostro se volvió tan sonriente y radiante.  Pero un destello repentino acompañado de un pito ensordecedor, le despertó con angustia; aún estaba allí, parado a media calle, agitado, respirando fuerte, y atrás de él, una caravana de vehículos de conductores histéricos, inconformes e impacientes como siempre, le bocinaban sin cesar y le escupían con lenguas de cobra africana, palabras asesinas que ya no le matan.
Se adentró, pausadamente,  en un callejón solitario,  que con sus brazos negros le acogió gratuitamente, sin remedio. Se acomodó sobre  sus cartones viejos _su reposo se hizo angelical_ y se hundió en aquellos olores insoportables a orín y excremento, fragancia de su status social. Su cabeza posó de medio lado sobre una hermosa almohada de fina seda, semi rota,  encontrada en los distribuidores de comida gratis, los basureros.
-¡Uf! ¡Qué pesadilla! Expresaron sus labios adormitados por el bullicio imparable vehicular. Su barriga se había atorado de basura…estaba amaneciendo, su realidad ya estaba presente...Y así continúo su rutina…

domingo, 11 de abril de 2010

Un descuido inesperado

Una mañana, mientras el rey sol se disponía a remontar vuelo majestuoso sobre aquellas frondosas montañas, una atevida florecita se dispuso acariciarlo y coquetearlo, abriendo sus hermosos pétalos como queriendo abrazarlo con tanto furor.


Un pícaro gorrión que apreciaba aquella escena de amor, se precipitó de inmediato sobre aquella extasiada flor, para besarla y robarle su exquisita fragancia. Un rocío también observaba aquel suceso, y celosamente se dejó caer sobre aquella adormitada flor que se hallaba eclipsada con los tibios rayos del sol y el embrofllado gorrión que no dejaba de besarle ni un momento.

La florecita se sobresaltó al sentir el frío toque de aquel celoso rocío, sacándola de aquel trance amoroso, y muy risueña, dejó escapar su primera fragancia que llenó de alegría aquel andurrial de primavera. Las aves, insectos y demás criatruras, iniciaron así sus faenas del día, con tanto dinamismo, respondiendo así al llamado de la perfección divina.

La orquesta natural de ruiseñores y canarios, dio la bienvenida a aquella fresca mañana, augurando con ella un clfima de paz y tranquilidad para todos y todas.

Mientras tanto, un niño lloraba de rodillas ante una aplastada flor que erroneamente se le había cruzado en su camino, terminando para siempre con aquella belleza orgullosa y pasajera.


-¿por qué nació aquí en medio del camino? se preguntaba tristemente.

Y dicen que desde entonces se ha propuesto sembrar bien sus ojos donde pisa, pues de repetirse el problema, no se lo perdonaría jamás. Sus sentifmientos, ideales y demás alcances serían vanos, no tendría ninguna esperanza de lograrlos.


Una risueña ancianita


Cierta mañana de una esplendorosa primavera, en su pequeño cuartucho de madera, una ruiseña ancianita tejía y decoraba afanosamente un precioso mantel. En la ventana de su pequeño cuarto, un pajarillo trinaba sin cesar, como acompañandole en aquel grato momento, tan lleno de paz.


De pronto, una aguja inquieta se deslizó entre los dedos temblorosas de aquella dama, quien no se percató de aquel inesperado detalle.


El pajarillo no dejó desapercibido aquel instante, y como rayo, se avalanzó sobre aquella grosera aguja, tomándola entre su pico, antes que tocara el rústico suelo de tierra, y se elevó tan rápido para colocarla nuevamente en el lugar de origen. En ese momento la ancianita daba el último toque a su obra maestra, dejando plasmado en su mantel, la figura de un hermoso pajarito de colores, adornado de notas musicales que figuraron su trinar eterno.

miércoles, 7 de abril de 2010

RETRACTO


Cuentan que un dìa, Virginia, una niña con genio mal humorado, se dispuso como siempre salir a caminar un rato, por los límites de la ciudad, con el único afan de calmar sus emociones.


Mientras caminaba pensativa por un pequeño callejón empedrado, un ruido extraño la sobresaltó de susto. ¡Miaaau, miaaau!, un pequeño gato hacia escuchar sus lamentos. Virginia se paró un momento y decidió investigar de donde venía aquel repentino ruido. conforme se acercaba al origen del problema, se dio cuenta que en lo alto de un árbol del pequeño parque, se hallaba trepado, un pequeño gatito, que por su tamaño, se le hacía imposible poderse bajar.


El pobre animalito estaba casi muerto de miedo, pues no tenía valor ni de moverse. Virginia, despues de analizar la situación, por fin decidió trepar para salvar aquel indefenso animal. Poco a poco trepó, y cuando estuvo cerca, el gatito inmediatamente se le subió a sus manos y ésta lo tomó cuidadosamente y bajó con cuidado de aquel árbol. Cuando ya estaba a punto de llegar al suelo, el gatito dio un brinco repentino y se echó correr por todo aquel callejón, mientras virginia lo miraba con una sonrisa de satisfacción. Despues de haber pisado suelo, sacudió sus manos y muy contenta continuó su camino; pero ahora su semblante era otro, caminaba con una paz sublime.